21 El precio era dos tercios de siclo por aguzar las azuelas y enderezar
la aguijada.
22 Y así ocurrió que el día de la batalla nadie, en toda la tropa
que
estaba con Saúl y Jonatán, tenía en la mano espada ni lanza. Las había sólo
para Saúl y para su hijo Jonatán.